Feria del libro + Palabras envenenadas (Maite Carranza)
Escrito por las patitas de Cucaracha en su guarida jueves, junio 02, 2011
¡Eo! Escribo en mitad de mi primera semana de exámenes finales. No creo que vuelva a escribir en el blog hasta que los termine. Pero me animo al pensar que después de este par de semanas trabajando al 120% vendrán días libres, yo dejaré de quejarme y tendré tiempo para escribir, leer, salir y disfrutar del solecito, tocar, hasta hacer puenting si se tercia... En general, hacer lo que me venga en gana y cuando quiera, ¡vivir mis ansiadas vacaciones de verano! Puf, creo que en momentos como éstos es cuando más valoro mi tiempo libre y cuando más bella e idealizada veo la vida que reluce en el exterior de mi guarida, más allá de mi montaña de apuntes.
Pero bueno, centrémonos. Venía a hablar de un evento que me encanta y que, seguramente, todo lector habitual encontrará como mínimo atractivo: la feria del libro. Incluso para aquél que no disponga de mucho dinero que gastarse en esos suculentos ejemplares que te ofrecen desde todos los ángulos, como en una especie de buffet libre (no tan libre) de lectura, simplemente pasearse por los rincones de una feria del libro hojeando, leyendo sinopsis, descubriendo autores antes desconocidos, planeando nuevos títulos que añadir a la cola de "libros por leer" y demás posibles actividades que uno se encuentre por casualidad... no tiene precio, desde luego que no (¡Y menos mal!). El ambientazo que se incuba durante los días que dura la feria es la razón primordial por la que me gusta tanto. Eso, y que de vez en cuando me encuentro alguna sorpresa agradable.
Desde hace años, tengo la ilusión pendiente de ir a la Feria del libro de Madrid. Es una cuenta pendiente que tengo, una de estas cosas que, a pesar de no estar fuera de tu alcance, siempre surge algo que echa a perder los planes para llevarla a cabo. Este año iba a ser el definitivo, ¡y además podía ir justo el fin de semana en que podría ver a Laura Gallego, que por fin ha salido de su retiro mediático! Pero al final se me torcieron las fechas y de nuevo me es imposible ir. Planchazo. A ver si para el año que viene puede ser.
Pero bueno, al menos pude consolarme con la Feria del libro de Sevilla. Que tampoco está mal, aunque creo que podría estar mejor. Aparte, entre otras cosas, podrían encontrar un sistema de organización que permitiera colgar en la web oficial las actividades y el listado de autores que van a firmar libros en ella con un tiempo razonable de antelación. Un día que me dio por consultar la página por casualidad, me encontré que por fin habían actualizado con la información de las firmas y me llevé la grata sorpresa de la que hablaba al principio.
Care Santos venía a firmar el domingo. ¡Por fin! Llevo un tiempo siguiendo los pasos literarios de esta escritora. No me he leido todos sus libros ni mucho menos, pero sí algunos de ellos que me han bastado para aficionarme a su estilo. Tengo hasta uno de sus relatos cortos pegado en mi armario, recortado de las páginas de una revista hace años. El corazón del monstruo se llama. El año pasado gané un ejemplar de Crypta firmado por ella, en un concurso que organizó vía blog, pero yo quería una firma en persona. ¿Qué es una firma sin la persona que la estampa? Poco menos que un garabato. Conocerla en persona y hablar con ella era otro cantar, así que allá que fui el domingo con mi ejemplar de Habitaciones cerradas (su nueva novela) bajo el brazo.
Por suerte no había mucha gente esperando; de hecho, había tan pocas personas alrededor que me llevé unos minutos de pie al lado de la autora y ni Herneith ni yo nos dimos cuenta de que era ella hasta que le preguntamos a la encargada del stand que si andaba cerca (qué queréis que os diga, a veces las gafas de sol cambian la cara de las personas una barbaridad). En resumidas cuentas, Care me pudo atender en seguida y fue muy agradable. Le conté que yo había sido una de las ganadoras del concurso de Crypta (y descubrí lo raro que suena decirle a alguien en persona "Yo soy Cucaracha"). Me avisó que Habitaciones cerradas era bastante distinto a Crypta y nos contó su impresión sobre los lectores jóvenes, que devorábamos libros de todos los estilos. Al final me fui de allí con una gan sonrisa y con mi dedicatoria, dirigida esta vez a mi nombre y no a Cucaracha, y Herneith también volvió con su La muerte de Venus firmado. Definitivamente, me encantan las firmas de libros y conocer a los autores.
Y seguimos hablando de libros. Aprovechando estos eventos literarios me he auto-regalado algunos títulos, entre ellos Palabras envenenadas, de Maite Carranza, el cual me despertaba curiosidad. La lectura se me ha hecho corta pero bastante intensa.
La novela trata un tema delicado como es el abuso de menores de mano de una chica, Bárbara, que lleva años encerrada y sin ver la luz del sol y a quien todos dan ya por muerta tras su desaparición. La narración pasa por el punto de vista de la secuestrada, haciéndonos partícipes de los horrores que ha vivido y sentido durante su encierro. Por otro lado también tenemos la narración de la madre de Bárbara, de su amiga de la infancia y del inspector encargado de la fallida investigación del caso, ya al borde de la jubilación. La narración oscila entre unos y otros, mostrándonos desde dentro y desde fuera los horrores que giran entorno al caso de Bárbara y dejándonos caer con cuentagotas retazos de los acontecimientos previos que desembocaron en la tragedia.
Al principio el estilo me llamó la atención, pues los diálogos se integran dentro de una narración en primera persona sin guiones ni separaciones. Es algo a lo que no estoy acostumbrada pero, una vez me hice al cambio, me di cuenta del toque intimista que ofrecía este recurso. Si se lleva bien, no resulta confuso ni pesado, y creo que es un obstáculo superado en Palabras envenenadas. Ya habré mencionado más de una vez lo mucho que me gusta la obra de Maite Carranza, cómo se nota el mimo en los detalles y esos matices que, creo yo, sólo la experiencia puede proporcionar. En este caso me he sentido transportada de lleno a la mente de cada uno de los narradores, creyendo lo que ellos creían, viendo el mundo desde sus ojos. Tanto es así que el final me cogió por sorpresa; a pesar de haber considerado esa opción, los personajes consiguieron marearme la perdiz y confundirme, llevándome por los mismos caminos erróneos que ellos recorrieron hasta dar con la clave correcta.
Concluyo remarcando que Palabras envenenadas es una historia triste dentro de una temática dura, desarrollada de forma conmovedora y efectiva que podría servir de reflexión al lector, o simplemente revolcarlo en la amarga verdad de que vivimos en un mundo lleno de enfermos.
Bueno, tras la crónica y la mini-reseña me retiro de nuevo al silencio bloggero. Puf, cuánto de menos echaba reseñar libros. Me horroriza el poco tiempo que tengo para leer durante el curso, en serio.
¡Nos vemos!
interesante