Engranajes
Escrito por las patitas de Cucaracha en su guarida miércoles, agosto 31, 2011
Qué casualidad que hoy haya amanecido lloviendo, con el agua que cae en los días especiales.
En mi guarida no ha llegado realmente a amanecer. Cuando la luz diurna, gris y nebulosa, ha entrado por el cristal abierto al principio de mi jornada, la atmósfera cerrada de una noche fecunda se negó a abrir paso al despertar, a la evanescencia de los sueños nocturnos; no hubo sol tan fuerte como para arrastrarme a un nuevo día, y conmigo a ese constante ruido de engranajes que me había acompañado desde que había abandonado la calidez de mis sábanas.
Un día extraño, hay que ser sinceros. No más que una sucesión de horas de pocas palabras, de silencios llenos con una melodía mística que no cesa en algún rincón de mi cabeza, de evitar más compañías que la de mí misma y mi convulso entramado de pensamientos. Un día extraño experimentando altos grados de autismo, recogiendo el ancla clavada en los fondos abisales de la realidad y navegando a la deriva. Sin un sol que me despertara, ¿quién me iba a impedir izar las velas? ¿Quién me iba a detener, encarrilada como ya estaba hacia esa nueva obsesión, esa semilla que por fin hoy, y no otro día, se ha aventurado a nacer a los brazos de mi mente?
Habrá sido tal vez la lluvia la que le ha permitido brotar. La lluvia y su susurro de fondo. La música que en realidad no suena pero que me acompaña allá donde vaya. El fantasma del murmullo de un aleteo, e imágenes que manan como latigazos, mostrando recuerdos de cosas que nunca he vivido pero que no tardaré en hacer míos. Y, junto a todo ello, el constante ruido de los engranajes de una nueva idea que empieza a funcionar.
El sonido de un nuevo proyecto, una nueva historia que dar a luz.
Buf, cuánto echaba de menos el placer de leerte.
Y no hay mayor noticia que saber que una de mis mentes favoritas está trabajando.
Aprovecho para preguntarte: ¿qué hay de la cadena?